El Palacio de Festivales de Santander es una de las herencias envenenadas que ha recibido el actual gobierno regional de Cantabria. El edificio, inaugurado en el año 1990, apenas si ha recibido mantenimiento a lo largo de sus 34 años de funcionamiento, ahora presenta deficiencias y averías que requieren una urgente intervención.
Los técnicos del gobierno consideran que las reparaciones pueden llegar a alcanzar los doce millones de euros y eso a falta de un informe completo de la situación del edificio.
Los camerinos y otras salas interiores se encuentran un estado no solamente deficiente, sino que resultan casi inutilizables. Hay serios problemas con la caja acústica y con el sistema de aire acondicionado, en las salas interiores.
Los problemas de la maquinaria teatral son también de gran importancia y la ventana, diseñada como gran atractivo por el arquitecto Sáenz de Oiza apenas si ha funcionado durante estos treinta años, presenta problemas importantes.
Mientras, se llevan a cabo obras para abrir la terraza exterior, un gasto al que los técnicos no ven utilidad y que es un proyecto, ya en ejecución, del Gobierno anterior la coalición PRC-PSOE.