Lo que se está viendo tras las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28-M, está destapando la actual situación que se vive en el Partido Popular (PP) donde la imagen es de un partido desnortado y con un liderazgo, el de su presidente Alberto Núñez Feijóo, cuestionado por la falta de autoridad y el desorden en las negociaciones para formar Gobierno en aquellas comunidad en las que tiene que pactar, principalmente con Vox.
El claro ejemplo en lo que se está viviendo en Extremadura, donde la candidata popular a la presidencia, María Guardiola, que no fue el partido más votado, necesita los votos de Vox, para su investidura, no está dispuesta a cederles un puesto en su Gobierno y ha abocado a los extremeños a unas más que probables nuevas elecciones.
Guardiola, a la que Feijóo, como al resto de candidatos en las comunidades autónomas, ha dado total libertad para negociar, se niega en rotundo a que nadie de Vox, este en su Ejecutivo, y da como excusa, en un ataque de «progresismo» más propio de «Sumar», que es un partido que «niega la violencia machista, está en contra de inmigración y despliegan una lona tirando a la papelera una bandera LGTBI».
«Yo no puedo dejar entrar en Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI”, indicaba Guardiola, para justificar la no inclusión de Vox en su Gobierno, pero si le valen sus votos para ser Presidenta y ofrecerles la Presidencia de del Parlamento extremeño.
Y además, la líder del PP en Extremadura presumía que «tengo la suerte de pertenecer a un partido que da libertad para llegar a acuerdos. Por supuesto, Feijóo nos ha dado mano libre para llegar a unos acuerdos que respondan a los intereses de mis paisanos«.
CANTABRIA OTRO EJEMPLO
Otro ejemplo que da muestras de lo desnortado que está el PP y de la poca autoridad de Feijóo, es Cantabria, donde la presidenta de los populares en la región, María José Sáenz de Buruaga, ha dejado de la lado cualquier negociación con Vox y ha preferido aceptar como socio de investidura al partido de Miguel Ángel Revilla, el PRC.
No habían pasado ni 24 horas, desde las elecciones y PP y PRC ya estaban reuniéndose para cerrar un acuerdo de investidura de Buruaga, desoyendo el mandato de los votantes, que castigaban duramente a Revilla en las urnas y propiciaban que populares y Vox formases un Gobierno de coalición.
Las críticas a esta decisión de Buruaga, están siendo muy acentuadas, tanto por algunos miembros del propio PP, como en las redes sociales por sus propios afiliados y votantes, algunos de ellos incluso se están dando de baja del partido.
A esto, hay que añadir que todavía no se ha cerrado por completo la situación en Baleares, donde haya un principio de acuerdo PP-Vox, que le ha dado la presidencia del Parlamento balear a los de Abascal, pero que falta por cerrar como quedará el Gobierno que se forme.
DEBILIDAD DE FEIJÓO COMO LIDER
Todo ello, unido a las propias declaraciones que efectúa habitualmente el Presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, hacen ver la idea de un PP, donde no se marca una directriz clara a la hora de tomar decisiones, y que intenta mostrarse como un partido de centro pensando en que puede captar votos de los desencantados del PSOE y de un Ciudadanos que ha firmado su defunción no acudiendo a estas elecciones del 23-J, con el riego que eso conlleva para los votantes que buscan en los populares un cambio de rumbo en España.
Este desencanto de los votantes del PP, puede hacer que por ese lado pierda votos que vayan a su vez a un Vox, que recoge esa frustración que ahora mismo está produciendo tanto Feijóo como su partido, sobre todo tras escuchar a algunos dirigentes como la extremeña María Guardiola, que tiene un discurso más propio de socialistas o de podemitas o de Yolanda Díaz, que de un partido que debe asumir un cambio ideológico tras cinco años de «progresismo2 de Pedro Sánchez y Podemos.