Abordamos hoy uno de los capítulos más espinosos de Miguel Ángel Revilla y el proyecto de la planta de Fibroyeso GFB en Orejo, como uno de los fracasos más sonados y más perjudiciales para los ciudadanos de Cantabria.
Todo empezó en 2008, cuando el Gobierno regional comandado por MA Revilla impulsó la creación de una fábrica de fibroyeso, es decir pladur para las casas. Según ellos, la fábrica traería riqueza y desarrollo para Cantabria, como todo lo que predica tabernariamente Revilla cuando la ocasión lo requiere.
Sin embargo requería la inversión de dinero público que se canalizó, como suele ser habitual durante la coalición PRC-PSOE a hizo a través de Sodercan, un organismo público dependiente del Gobierno regional, como sucediera también con los mismos protagonistas en el caso RACING (donde, como veremos en capitulo aparte, se diluyeron otros 43 M€).
Sodercan era el socio minoritario de la fábrica de fibroyeso, y para completar el accionariado buscaron una empresa privada: Euroamerica S.A, que participaba al 70% en el proyecto y que tenía sede en Costa Rica ¿?.
Se suponía que los socios de Costa Rica aportarían la maquinaria para la fábrica acorde con su participación en el accionariado con la práctica totalida del mismo, pero cuando Revilla viajó al país para cerrar el acuerdo, firmó algo muy distinto. El Gobierno acabó pagando 40 millones de euros por una maquinaria de segunda mano que habían comprado los de Costa Rica años atrás por 40 millones de dólares para un proyecto en América. Es decir, negocio redondo para estos “socios” que, sin poner un duro, participaban al 70%.
Pero el despilfarro de dinero público no se quedó ahí. Los altos directivos de GFB cobraban sueldos anuales de más de 100.000 euros, y además disponían de complementos de sueldo, gastos de representación y tarjetas de empresa con la que pagaban hoteles, viajes y restaurantes.
Se calcula que fueron más de 60 millones de euros de inversión pública por el Gobierno de Revilla/Psoe para una fábrica que no llegó a funcionar y de la que nunca salío ni un metro cuadrado de fibroyeso (pladur). Pero a pesar de que nunca se puso en marcha, se contrató a 77 personas para cobrar subvenciones públicas, lo que solo puede calificarse de escándalo mayúsculo.
Fueron investigados, e incluso procesados varios políticos, como el Consejero socialista Angel Agudo, y otros directivos por Administración Desleal, resultando absueltos (no se demostró enriquecimiento) pero con un reproche de la Audiencia por el terrible despilfarro.
Miguel Ángel Revilla no quiso hacer declaraciones, pero cuando el parlamento cántabro investigó lo sucedido hace dos años, defendió su inocencia argumentando que se fiaba de los informes de sus consejeros. Es lo que se llama “ignorancia
deliberada” pero fue la cabeza visible de la luz verde a monumental fracaso donde no puso control alguno.
Lo dramático del caso es que, tras el cierre y liquidación por el concurso de la fábrica fantasma GFB (recalcamos, nunca llegó a funcionar), la maquinaria, fue adquirida por Tena en Alemania a la misma empresa que vendió años antes la original por 40 M€ a un precio irrisorio (se habla de 1,5 M€), a la empresa Fermacell. Actualmente la propietaria es la multinacional de origen australiano James Hardie. Según ha trascendido, esta compañía ha decidido convertir esta planta de Orejo en su referencia internacional para la producción de placas de fibra de yeso e invertirá 144 millones de euros para ampliar las instalaciones en 11.000 m2. De esta forma, en dos años, la factoría cántabra se convertirá en la planta de fibroyeso más grande y eficiente del mundo.
Esto viene a demostrar la incapacidad de gestión y previsión del Gobierno de Revilla y sus socios, encargando la administración a especuladores y cazarrecompensas de pacotilla, en lugar de haber apostado por gente responsable y especializada del sector, como ha acabado sucediendo, habiendo tirado por la borda más de 60 millones de euros públicos de los que se ha beneficiado intermediarios.
Revilla que aparece en todas las cadenas, especialmente en la famosa “libreta” dando recetas económicas (sandeces), y mejor podía explicar a los españoles todos estos descalabros económicos y quiebras.