De «incomprensible» calificaban la mayoría de los ciudadanos que a los que preguntabas por la calle por el nuevo horario impuesto por el Gobierno de Cantabria, que establece que los restaurantes y locales de ocio nocturno deben cerrar sus puertas a las 2 de la madrugada.
El malestar tanto en clientes como en los locales de hostelería era evidente, por el horario impuesto para el cierre, que la presión policial se encargó de que se llevara a cabo, sobre todo en Santander, donde se concentraba la mayor actividad este fin de semana, en la zona de cañadído.
Para los empresarios de los restaurantes y locales de ocio, con esta decisión no se soluciona nada y lo lo único que están consiguiendo es que «haya más fiestas privadas» o que los chavales jóvenes hagan más botellón.
Las 2,00 h suena como el cuento de la cenicienta que a las doce de la noche se le acababa el hechizo y volvía a ser una chica humilde. En este caso es como si el COVID-19, hasta esa hora no tuviera efecto y a partir de las 2,00 h. el «bicho» despertara y empezara a contagiar a todo el mundo como un si no tuviera fin.
Aveces es muy complicado entender quién toma estas decisiones y por qué, ya que parecen fuera de toda lógica y que en este caso llevan a que el gremio de la hostelería siga siendo el más castigado y poniéndoselo cada vez más complicado para su supervivencia. Eso por no hablar del asunto de la mascarilla, que donde cada vez más el sinsentido de donde y cómo debe usarse parece evidente.