La segunda jornada este martes del juicio sobre el doble crimen de Liaño, donde se juzga a José Reñones, como presunto autor del mismo, tenía como protagonistas a los Guardia Civil que intervinieron, horas antes de que se produjeran los asesinatos, concretamente el sargento que ordenó no detenerle a pesar de haber quebrantado la orden de alejamiento que tenía.
Para el sargento de la Benemérita, con 22 años de experiencia en el cuerpo y que acudía como testigo, «en ese momento creía que no había riesgo» para la víctima y que éste fuera «inmediato» porque «con los datos que yo tenía, consideré en que en ese momento no había riesgo» para Eva Jaular y su bebe de once meses.
Un mes antes de los hecho, el sargento de la Guardia Civil tuvo que instruir diligencias contra José Reñones por un delito de violencia de género que acabó con una orden de alejamiento, indicado además que conocía al sospechoso, ya que habían sido compañeros de colegio, y también por su labor profesional negando que fueran amigos.
Los mensajes de móvil mostrados por el acusado a los agentes evidenciaban una «relación de afectividad» y «acercamiento» la víctima, además había ropa «esparcida por la casa», lo que indicaba que el hombre llevaba «un tiempo viendo allí» y por creía que el riesgo era «bajo», por eso instaron al acusado a marcharse de allí e ir al día siguiente al Cuartel de la Guardia Civil en Astillero.