Un informe fechado a principios de junio por la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara que «las pruebas obtenidas sugieren que las personas infectadas sin síntomas no juegan un papel importante en la propagación del virus» aportando además otro dato y es que aunque los asintomáticos tienen capacidad para infectar, su carga viral es inferior a la de los que presentan síntomas claros de infección.
Conocidas estas declaraciones de la OMS, resulta complicado entender el alarmismo tanto del Gobierno de Pedro Sánchez, como el de las distintas Comunidades Autónomas, que ofrecen cifras de contagiados, como por ejemplo en Cantabria, donde los datos aportados por Sanidad, dicen que superan el medio millar, sin añadir a continuación los que realmente padecen síntomas de la enfermedad, quienes tienen síntomas leves pero eso si ofrecen los hospitalizados o si hay algún facellecido. En las ultimas semanas, los contagiados por coronavirus han pasado de ser en su mayoría mayores de 65 años con problemas de salud previos al contagio a jóvenes de entre 15 y 29 años, la franja de edad que más positivos ha acumulado en las últimas semanas, que en su mayoría son asintomáticos.
Porque realmente los datos, vistos como datos, no son precisamente para un alarmismo tal que lleve a cerrar los establecimientos de ocio nocturno, que los restaurantes cierren a la una de la madrugada, que se restrinja el acceso a las playas, con colas interminables y personas desesperadas o a que nos obliguen a llevar mascarilla a todas hora. Como dato, 600 contagiados y de ellos 25 ingresados con síntomas leves. Son estos números para llevarnos a la situación de restricciones e imposiciones en las que estamos? esa es la pregunta que se hacen muchos ciudadanos ahora mismo.
En España en el año 2018 hubo casi 800.000 casos de gripe, con 52.000 ingresados y 15.000 personas fallecidas por esa causa, cifras que no causaron alarmismo en los políticos, ni se llevaron a cabo campañas en los medios de comunicación bombardeando las 24 horas al día sobre los contagios y los fallecidos, ni las autoridades obligaron a llevar mascarilla, prohibir el ocio nocturno, ni confinarnos y destrozar la economía y no será porque la gripe no se contagie si estamos cerca de una persona que la tiene. En cuanto a la neumonía, durante ese mismo periodo en nuestro país hubo 10.415 fallecidos, que es otra de las causas de la muerte del COVID-19, cifras que sumándose nos aproximarían a los que se están registrando en nuestro país por la pandemia.
Por eso hay quien ya se empieza plantear que sentido tiene todo lo que esta ocurriendo en estos momentos, con unas medidas a las que nos han sometido que están fuera de cualquier lógica y que responden más a la ineficencia e incapacidad de los políticos, que sólo saben aplicar restricciones y seguir corrientes para tapar la nula capacidad de aportar soluciones.